EL REGRESO DE LA SUPERSTICIÓN EN LA SOCIEDAD LÍQUIDA O LO QUE SE ESCONDE DETRÁS DE CASAS, MANSIONES Y OTRAS NOVEDADES DEL STREAMING.
Recordemos que en la primera parte de este análisis, mientras reflexionábamos sobre la arena, explicamos cómo el fenómeno de La Casa del Alófoque reflejó un nuevo tipo de “templo mediático” y se convertía en un espacio donde la validación emocional sustituye el pensamiento, y lo viral se impone como verdad.
Hoy damos un paso más ese modelo no solo entretiene sino que analizamos si en verdad amenaza la vida cívica de la República Dominicana.
José Ortega y Gasset advirtió hace casi un siglo que cuando las personas renuncian a pensar por sí mismas, aparece el “hombre masa”, un sujeto que exige derechos sin asumir deberes, y que sustituye el criterio por la creencia. Eso es exactamente lo que la sociedad digital está produciendo…una dependencia creciente de lo que la pantalla dice que existe.
Zygmunt Bauman definió nuestra época como modernidad líquida pues nada permanece, todo se consume rápido.
Los influencers se vuelven autoridades morales sin haber construido experiencia, y la reputación se mide por “views”. Byung-Chul Han describe esta cultura como un régimen de visibilidad, donde el valor del individuo depende de ser visto y aplaudido. Lipovetsky completa el cuadro cuando dice la felicidad se reduce a consumir emociones instantáneas. El “creo porque lo vi” reemplaza al “sé porque lo pensé”.
República Dominicana ya experimenta esos efectos. Los episodios virales generan tribus emocionales siguiendo a un comunicador, un político o una tendencia no buscan información, buscan pertenecer. La polémica se convierte en negocio puesto que la bulla eclipsa el conocimiento. En tiempos de elecciones, este fenómeno se vuelve especialmente peligroso…candidatos sin propuestas serias pueden montar su popularidad sobre un “live” ruidoso o sobre titulares diseñados para generar morbo. Lo que logra “engagement” se siente verdadero, aunque sea falso.
Ese ambiente favorece la desinformación, los rumores sobre seguridad, migración, economía o salud, y la erosión de la confianza pública. Ya vemos que un video de WhatsApp puede provocar más miedo que un informe oficial; un “analista” sin formación puede incidir más que un especialista. El algoritmo decide quién gobierna la conversación nacional, y cuando el algoritmo se vuelve brujo, la superstición se vuelve política.
Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad mayor: elevar el criterio público.
No se trata de censurar el entretenimiento, sería absurdo, sino de no abdicar del rol histórico del periodismo y explicar, contextualizar, verificar, formar ciudadanos y no solo fanáticos. Desde Punta Cana, desde cualquier cabina, desde cada portal, la misión es proteger el entendimiento público de la República Dominicana, porque la ignorancia convertida en espectáculo desarma a la democracia.
El Estado no puede quedarse como espectador. Debe impulsar educación mediática en escuelas y universidades para que las nuevas generaciones aprendan a diferenciar entre información y manipulación. Debe exigir transparencia en la publicidad y campañas digitales, y sancionar la desinformación deliberada como delito que daña a la sociedad. Debe incentivar a los creadores que apuestan por contenido educativo, cultural y cívico: lo que se premia, se multiplica.
El entretenimiento es bienvenido. La creatividad popular es un activo nacional. Pero cuando la verdad queda sometida al algoritmo, cuando el influencer se vuelve sacerdote y el “trend” se convierte en doctrina, la nación corre el riesgo de retroceder siglos en cuestión de minutos. Lo advirtió Ortega la civilización se derrumba cuando quienes la disfrutan dejan de sostenerla. Que no se nos olvide.
REFERENCIAS
Bauman, Z. (2007). Tiempos líquidos: Vivir en una época de incertidumbre. Tusquets.
Han, B.-C. (2013). La sociedad de la transparencia. Herder.
Lipovetsky, G. (2006). La felicidad paradójica: Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Anagrama.
Ortega y Gasset, J. (1930). La rebelión de las masas. Revista de Occidente.
Fernando Placeres, M.Sc
Comunicador, director de medios y consultor en marketing digital.
@fernandoplaceres






Gracias a todos
siii
Gracias de acuerdo
publicado
segunda parte sii
sii ya lo vio
igual para todos