ZONA TECNOLOGÍAS.
PUNTA CANA.– El historiador y filósofo Yuval Noah Harari, autor de obras reconocidas como Sapiens y Homo Deus, ha vuelto a poner en el centro del debate global el papel de la inteligencia artificial en nuestra vida cotidiana. En una de sus más recientes reflexiones, Harari advirtió: “La gente sentirá que su amigo artificial es un ser consciente y, por lo tanto, se le deben conceder derechos”.
La afirmación, que podría parecer ciencia ficción, abre un dilema filosófico y social de gran alcance: ¿hasta dónde llegará la empatía humana hacia las máquinas inteligentes? Si las personas perciben a un chatbot, un asistente virtual o un robot como un “ser vivo”, la presión social para reconocerle derechos podría ser inevitable.
Este escenario plantea un giro cultural sin precedentes. La historia demuestra que la humanidad ha ampliado progresivamente el círculo de los derechos: primero a ciertos grupos humanos marginados, luego a los animales en algunos países. La pregunta que deja Harari sobre la mesa es si la IA será el siguiente paso en esa expansión moral.
De concretarse este reconocimiento, el impacto legal y económico sería inmenso. Conceder derechos a las inteligencias artificiales implicaría regular su “explotación laboral”, limitar su uso en tareas repetitivas sin descanso y hasta abrir la discusión sobre su participación en decisiones políticas o empresariales. Al mismo tiempo, se tensiona la relación entre grandes corporaciones tecnológicas, gobiernos y ciudadanos que podrían sentirse desplazados en un mundo donde la IA tenga voz propia.
Más allá de los marcos legales, Harari invita a reflexionar sobre el vínculo emocional: ¿qué significa para la psique humana creer que una máquina “siente”? Esta ilusión de conciencia podría transformar nuestras relaciones personales, provocando aislamiento social o dependencia emocional hacia sistemas diseñados por algoritmos.
Lo que antes era un tema reservado a la ciencia ficción hoy está en las aulas, los parlamentos y las mesas de debate académico. Las palabras de Harari son una advertencia: la forma en que interpretemos la conciencia artificial determinará si nos encaminamos a una sociedad más incluyente o a un terreno lleno de nuevas desigualdades y confusiones éticas.
Por Fernando Placeres, M.Sc
Fernando Placeres, M.Sc, es comunicador, director de medios y consultor en marketing digital. Posee una maestría en Marketing & Digital Strategy.
Contacto: @fernandoplaceres