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ELON Y TRUMP LA VENGANZA DEL PODER.-

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Por Fernando Placeres, M.Sc

En las alturas del poder no hay aliados, solo treguas. Y cuando estas se rompen, el espectáculo es brutal. Elon Musk y Donald Trump, dos de los personajes más influyentes —y peligrosamente impredecibles— del siglo XXI, han pasado del abrazo estratégico al ataque frontal. Pero esta no es una disputa ideológica. Es una guerra de ego, revancha y miedo.

LOS DIOSES SE ENFURECEN ENTRE LAS RUINAS

Elon Musk ha insinuado que el expresidente Trump está vinculado a los documentos no revelados del escandaloso caso Epstein. No con pruebas formales, sino con insinuaciones lanzadas como dardos venenosos en sus redes. El silencio de la Casa Blanca y la tibieza del entorno republicano ante estas acusaciones sugiere algo peor que culpabilidad: cálculo.

Por su parte, Trump no tardó en reaccionar desde su búnker digital, apelando a su estilo habitual: amenazas veladas y llamados a cortar vínculos con las empresas de Musk. Así, un enfrentamiento que en otros tiempos habría sido impensable se ha convertido en la narrativa dominante del ciclo noticioso global.

EL COLAPSO DEL PACTO NO ES POLÍTICO, ES MORAL

Ambos hombres representan extremos de un sistema que ha perdido el norte. Musk, que alguna vez fue símbolo del progreso tecnológico, hoy se mueve entre provocaciones ideológicas, negocios estatales y teorías conspirativas. Trump, reincidente en la política norteamericana, ha convertido la presidencia en un ring desde el que combate hasta a sus exaliados.

Lo que está ocurriendo no es un simple desencuentro de intereses. Es una representación cruda del cinismo contemporáneo: cuando ya no se teme al escándalo, se lo fabrica. Y cuando no se respeta la ley, se la dobla hasta que se rompa.

WALL STREET TAMBIÉN SE ASUSTA

La tensión alcanzó los mercados. Las acciones de Tesla sufrieron una de sus caídas más severas del año, y los inversores comienzan a percibir que este enfrentamiento no es simplemente mediático. Es estructural. Las decisiones de ambos hombres afectan empleos, contratos, mercados y diplomacia.

Mientras Musk amenaza con desmantelar proyectos como respuesta a represalias políticas, Trump se parapeta en su red social rodeado de un séquito cada vez más reducido, pero más fanático.

UN SILENCIO MÁS GRAVE QUE UNA ACUSACIÓN

La mayor bomba no es el nombre que Musk sugiere que figura en los archivos del caso Epstein. La verdadera bomba es la estrategia de ambos: usar el pasado como moneda de chantaje. El problema ya no es quién voló a la isla, sino quién decide cuándo contarlo y por qué. La justicia es un decorado. Lo que vemos es otra cosa: un duelo entre titanes heridos, donde la verdad importa menos que el impacto.

CUANDO NO QUEDAN ENEMIGOS, LOS RICOS SE ATACAN ENTRE ELLOS

Musk y Trump fueron, en sus respectivas órbitas, símbolos de poder absoluto. Hoy, exhiben lo que ocurre cuando ese poder ya no encuentra enemigos externos y se vuelve contra sí mismo. No es justicia. No es rendición de cuentas. Es un ajuste entre figuras que construyeron imperios sin reglas y ahora los defienden con fuego cruzado.

Y mientras tanto, la supuesta lista de nombres cercanos a Epstein sigue siendo una sombra que nadie quiere nombrar con claridad. Tal vez porque en ella no hay solo culpables. Hay compromisos, lealtades, pactos oscuros. Y los titanes lo saben.

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