CONVERSACIÓN EN LA ARENA.-
En la era digital, abundan plataformas que se presentan como medios de comunicación, pero cuya práctica diaria se sostiene en la exageración, la invención de noticias falsas y la fabricación de conflictos donde no existen. Su negocio no está en informar con rigor, sino en cobrar por publicar notas pagadas disfrazadas de contenido periodístico.
Ese modelo es insostenible. La credibilidad no se compra ni se inventa; se gana con el tiempo y se pierde en segundos. Cuando un medio se convierte en simple caja registradora sin vocación real por la noticia condena su futuro. Puede atraer clics por un momento, puede generar morbo pasajero, pero inevitablemente se estrella con la verdad simple de que la audiencia aprende, madura y reconoce la diferencia entre información confiable y manipulación descarada.
La sociedad cada vez comprende mejor el valor de recibir datos contrastados, análisis serios y narrativas que respeten su inteligencia. Un medio que sacrifica la confianza del público por unos pocos pesos nunca pasa la prueba del tiempo. Termina reducido a ruido de fondo, abandonado por lectores y relegado por anunciantes serios que saben que su marca no debe estar asociada con la mentira.
La credibilidad es el verdadero capital de cualquier medio. Sin ella, no hay permanencia, no hay influencia y no hay futuro.
Se han viralizado
Eso es lo que buscan
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